Nos hacemos una idea de lo que es la huella ecológica: la que evalúa el impacto de nuestras actividades y consumo sobre el planeta. Y sabemos por qué hay que reducir la huella que dejamos los humanos.
Aunque a todos nos suena la «huella de carbono», hay tres clasificaciones más de huellas, todas ellas igual de importantes.
La más conocida, la huella de carbono. Indica la cantidad de gases de efecto invernadero producidos por nuestras actividades diarias, como el uso de energía, transporte y consumo de alimentos.
Cómo contribuir a disminuirla: comprar productos locales y de temporada, y reducir el consumo de carne y productos lácteos; reciclar adecuadamente y reutilizar productos para disminuir la necesidad de nuevas materias primas.
No menos crucial es la huella hídrica. Mide el volumen total de agua dulce utilizado para producir bienes y servicios. Es esencial ser consciente de esta huella para preservar nuestros recursos hídricos.
Cómo contribuir a disminuirla: instalar aireadores de grifo, duchas de bajo flujo y reparar fugas y limitar el tiempo de las duchas; optar por productos que requieran menos agua para su producción, como ropa de algodón orgánico y alimentos vegetales; reutilizar el agua de lluvia para jardinería y limpieza; usar lavavajillas y lavadoras eficientes en cuanto al consumo de agua.
La huella del suelo cuantifica la cantidad de espacio natural necesario para producir una determinada materia prima. Aquí entrarían tanto la agricultura y la ganadería como las explotaciones mineras, producción de biocombustibles, suelo construido, etc.
Cómo contribuir a disminuirla: crear compostaje con residuos orgánicos para enriquecer el suelo y reducir la cantidad de desechos; comprar alimentos y productos locales para reducir la cantidad de suelo necesario para su transporte y producción; optar por plantas nativas y técnicas de jardinería que preserven el suelo y requieran menos recursos.
Por último, la huella de materiales mide la cantidad de materias primas necesarias para fabricar un producto o servicio.
Casi todo lo que se fabrica tiene un impacto, desde los dispositivos electrónicos hasta los automóviles, pasando por la ropa y los envases. La reducción de esta huella implica optar por materiales reciclados y productos de larga duración.
Cómo contribuir a disminuirla: evitar productos de un solo uso y optar por aquellos que son duraderos y reutilizables, como botellas de agua y bolsas de compra reutilizables; elegir productos fabricados con materiales reciclados o sostenibles, como muebles de madera certificada; reparar productos en lugar de desecharlos y encontrar nuevas maneras de reutilizar objetos en lugar de desecharlos; adoptar un enfoque minimalista, comprando solo lo necesario y optando por productos de alta calidad que tengan una larga vida útil.
Parece poca cosa, lo que podemos hacer individualmente para paliar las consecuencias de las cuatro huellas. Sin embargo, es crucial pensar que somos muchos millones de personas, y que del mismo modo que, por ejemplo, producimos entre todos ingentes cantidades de residuos, también podemos entre todos reducirlos drásticamente.
Además, es muy importante dar ejemplo a las empresas responsables y a las generaciones futuras.
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