Mientras el mundo sigue girando y consumiendo a un ritmo vertiginoso, un grupo de pensadores, activistas y ciudadanos comprometidos se reunían el pasado junio en Pontevedra para desafiar el statu quo en la 10ª Conferencia Internacional sobre Decrecimiento.
Esta era la intención o la teoría, al menos. A estas alturas no nos pueden culpar de que seamos algo escépticos con estos eventos.
En cualquier caso, esta conferencia pone el foco en un concepto que, aunque a primera vista pueda parecer contracultural, cobra cada vez más sentido en un planeta con recursos finitos: el decrecimiento.
El Día Mundial por el Decrecimiento, que se celebra el 29 de octubre, surgió como una especie de «mantra» para recordar el «crack del 29», un suceso que para muchos fue una clara advertencia sobre los peligros de un crecimiento económico desenfrenado.
Ya ha llovido, pero al igual que entonces, y de forma mucho más compleja y global, nos enfrentamos hoy a crisis globales que demandan nuevas formas de pensar y vivir.
Dicho en números: «en 1960 la brecha entre el 20% más rico y el 80 % más pobre del planeta era de 1 a 30, mientras que ahora es de 1 a 80)» [1]
Se trata de vivir con lo justo y necesario. Esto no implica renunciar a la comodidad, sino valorar lo que realmente importa y reducir el consumo excesivo. Aquí resurge la filosofía de las «8 R» de Serge Latouche, que incluye conceptos como «Revaluar» y «Reutilizar». La idea es clara: consumir y producir de manera sostenible, respetando los límites del planeta.
El decrecimiento es más que una simple reducción del consumo; es una transformación social y filosófica que busca el bienestar humano y la equidad, alejándose de un sistema que prioriza el beneficio económico sobre la calidad de vida.
El decrecimiento es una herramienta para redefinir lo que significa ser «rico» en términos de satisfacción personal, intelectual y comunitaria, más allá de la acumulación material. Este enfoque se centra en la creación de valor social, no solo económico.
Se trata de avanzar hacia una forma de vida más equilibrada y feliz, desafiando la narrativa de que más, siempre es mejor.
[1] [según ATTAC FRANCE, Documento de trabajo: ¿Tiene el desarrollo un porvenir? Reflexiones para una sociedad solidaria y austera. www.france.attac.org), cita de Ecologistas en Acción].